12.4.12

La fuerza de mi inconsciente

Aquella sin razón de agobiantes preguntas invadían mi mente como los griegos invadieron Troya, sin temor, con ingenio y sin piedad. Era un destrucción masiva que acababa con cualquier pensamiento racional que acudía a mí sin yo pedirle ayuda. Sin darme cuenta el tiempo dispuso cada cosa en su lugar, anhelando e intentando evadir todo sentimiento afectivo sobre él. Me sentía insegura, en un constante mar de exasperación. La incertidumbre se apoderaba de mí, impidiendo así que mi cabeza lograra pensar con total plenitud y claridad. En consecuencia mi psique creó una especie de barrera, como la muralla china, alta y fuerte que me aportó un poco de seguridad el pensar que nada podría hacerme daño, que nadie sabrá jamás más de mí que yo misma, que a decir verdad, es lo que realmente me aterraba (...)