Último papel de ocb, demasiada marihuana aún por fumar entre las sábanas. La brisa y sus vistas, crema que degustar. Empezando por aquellos incitantes pantalones, caídos a media cintura que dejaban deleitarme con esa curva tan provocadora.
Mi camisa de botones sólo abrochaba los necesarios, para intrigarle a ver lo que se transparentaba más abajo. Un café de serena desazón apoyaba en mi muslo su taza manchada de carmín rojo con el que rato antes habíamos jugado a poseer entre piernas abiertas y curvas desiertas. Estaba segura de que podría prender el petardo sólo con mi calentura interna, esa que me provocaba su sonrisa desnuda al sol del atardecer más calmado.
Lentos movimientos para sus penetrantes ojos de caramelo, incliné mi espalda para levantarme del balcón en el que yacía sentada. Era cuestión de tiempo la explosión de su viveza extrema. Caminar hacia la cocina me supuso un baile de fácil contoneo para provocarle, sin bragas. A escasos centímetros de llegar a la encimera de la isla que naufragaba en mi cocina, sentí su mano fría por el interior de mis piernas, en tembleque de su estímulo placentero. Sujeta con una mano a su cintura, la otra se agarraba al borde del mueble mientras muy pícara me inclinaba hacía él y levantaba una pierna invitándole a poseerme en aquella estancia. De fondo sonaba una base de rap de sus canciones dedicadas a la curva de mi espalda.