11.1.15

Canutos rojos de carmín.

Domingo de resaca, nueve de la tarde de un verano no cualquiera. El balcón que invitaba a sentarme en sus barrotes, a sentir el sol en mi cara más amarga. En el octavo piso del edificio más antiguo, de fondo, su espalda y un río, bañado en atardeceres rosas y naranjas. Bonito final para una semana de dúos en la cama.

Último papel de ocb, demasiada marihuana aún por fumar entre las sábanas. La brisa y sus vistas, crema que degustar. Empezando por aquellos incitantes pantalones, caídos a media cintura que dejaban deleitarme con esa curva tan provocadora.

Mi camisa de botones sólo abrochaba los necesarios, para intrigarle a ver lo que se transparentaba más abajo. Un café de serena desazón apoyaba en mi muslo su taza manchada de carmín rojo con el que rato antes habíamos jugado a poseer entre piernas abiertas y curvas desiertas. Estaba segura de que podría prender el petardo sólo con mi calentura interna, esa que me provocaba su sonrisa desnuda al sol del atardecer más calmado. 


Lentos movimientos para sus penetrantes ojos de caramelo, incliné mi espalda para levantarme del balcón en el que yacía sentada. Era cuestión de tiempo la explosión de su viveza extrema. Caminar hacia la cocina me supuso un baile de fácil contoneo para provocarle, sin bragas. A escasos centímetros de llegar a la encimera de la isla que naufragaba en mi cocina, sentí su mano fría por el interior de mis piernas, en tembleque de su estímulo placentero. Sujeta con una mano a su cintura, la otra se agarraba al borde del mueble mientras muy pícara me inclinaba hacía él y levantaba una pierna invitándole a poseerme en aquella estancia. De fondo sonaba una base de rap de sus canciones dedicadas a la curva de mi espalda. 


Admirado por mi descaro no dispuso a complacerme, sino que se le antojó jugar aún más rápido con su lengua en mi placer más desmesurado. Mis manos traviesas intentaron imitarle pero me sucumbí al cansancio del abismo. Ante un orgasmo inesperado, corrigió su postura, se enderezó y me rozó por detrás con todo su esplendor. Sus dedos exploraban las tierras ya memorizadas de mi cuerpo, conocía mis rasgos más copiosos al igual que todos mis lunares. Pero le encantaba vislumbrarme en caricias.

Ante besos despreocupados del reloj se apegó a mí, sin girarme el cuerpo indujo toda su fuerza en un pausado pero ágil movimiento que me hizo rasgar la garganta con su nombre entre mis labios. Cristiana me volví ante su ritmo paulatino pues esa agitación de sentimientos invocaba al mayor de mis diablos, su placer.



8.12.14

Por ti, a mí.

Tan sutil como un te quiero,
tan quebradizo por tus besos.

Tan ingrávida mi vida,
tan pesado el caramelo de tus ojos.

Tan domada por tus manos,
tan perdida en tus lunares.

Como la risa en tu mirada,
por las ganas de besar.

Como el brillo de tus ojos,
por no poderte olvidar.

Por los abrazos rotos,
por tus manos a jugar.

Por cuenta de los días,
que la vida me enseñó a amar.

Por las cosquillas a traición,
por los besos que nos quedaron por dar.

Que la luna me sepa a poco,
a través de mi pesar.

Por mis caderas en tus manos,
para enseñarte a bailar.

Por tus ojos enamorados,
porque te has vuelto a encasillar.

Por esa sonrisa tan mía cómo tuya,
por la lucha del que quiere más.

Perdí la cuenta de cada beso por lunar,
no pasa nada, voy a volver a empezar.

Hasta que la luna me sepa a poco,
hasta que el sol deje de brillar.

Por quererte son insomnios,
por jugar al que quiere más.

Más de sabanas desechas,
más besos tuyos por mi piel.

Menos horas extrañándote,
menos días sin tu esencia.

Más recuerdos a mi antojo,
más antojos de quererte.

Menos tierra de por medio,
menos lunas por verte.

Mas guerras en mi cama,
más lunares que contarte.

Menos ganas que placer,
menos brisa entre tu piel.

Piel al camuflaje de mi miedo.
Miedo incontrolable a quererte.

Voy a perderme en tus lunares,
voy a buscarte en cada beso.

En eso.

Violencia de Género.

Maltratos al amar

Piel nómada que cambia
cual serpiente que se quiebra
como insólita mirada
desconcierto de palabras.

Palabras que hacen daño
cual te quiero en el antaño
como en susurros por engaño
yo, cambiando de tamaño.

Tamaño de tus besos
cual olvidados en mis huesos
como tus te quieros ambiciosos
tus rastros indiciosos.

Indicios de quererme
cual miedos por desarraigarme
como llantos a encamarme
indicios de enquistarme.

Enquistarme a tus respuestas
cual escenas zapatiestas
como llamadas predispuestas
opiniones tan opuestas.

Opuestas tus palabras
cual desgracia que siembras
como trivialidad te cobras
el efecto que obras.

Obras de amores
cual amores requebradores
como hombres maltratadores
que te quieren a mayores.

Mayores los golpes
cual sumo choques
como ahogos por atrampes
mi muerte, tú el causante.

Me quisiste a mayores

Te quise a más no poder
sólo me buscabas reprender
yo únicamente quería retroceder
para a ti no hacerte encender.

Como la vela que se prende
cuando el fuego arde
tu fuerza a mi desciende
a golpes por hiende.

Sin lunas a tu alcance
mi meta era no enfadarte
sin poder hacerte frente
por la furia de tu alcance.

Tu índole sobre mi abalanzaste
hasta el fin te enarbolaste
con mi vida acabaste
sin pensar el daño que causaste.

Descuidaste que crece
dentro de mí tu procedente,
hijo de tu sangre
al que un día tu mataste.

19.6.14

Amores desafiados de amaneceres incomprendidos

Como cada mañana, un café en la ventana dejándose enfriar, quizás responde a tu llamada de socorro, o quizás el azúcar rebosó sinceridad. El lápiz corría sólo por el lienzo, nada más puro que las sábanas enroscadas en tu cuerpo. La deliciosa perspectiva cautivaba el sol a estas horas tan tempranas. Pero a mí me gustaba madrugar, quizás para verte dormir o quizás para dibujarte durmiendo.

Ensimismada en esa atractiva arruga de la blanca sábana en tu cintura, captando cada sombra de tu pelo como cae. Estaba delineando el pecado que acechaba, besos mañaneros, polvos placenteros.

Tu sonrisa desveló los dientes traviesos que atraparían mas tarde mi cuello.

Con los ojos cerrados intentaba recordar él porqué llegué ahí, a tu cama incomprendida. Apenas me di cuenta del momento en que te acercaste sigilosamente, tan puro, tan desnudo.  Al abrirlos comprendí. Te alegrabas de verme, sentada en tu caballete mas antiguo, describiéndote dormido. Sin apuros me quitaste el borde de la sábana que envolvía mi pecho y caía al suelo, la misma que me dejaba al descubierto. Eras puro vicio, de chocolates en mi espalda, de letras meditadas. Tu dedo, empapado de derretido placer recorrió por mi columna a la par que me estremecía al llegar cada vez mas bajo. Dejó a su paso un camino de delicioso cacao que indicaba la travesía perfecta .La ventana era una chivata a los vecinos, cualquiera podría observarnos en un ambiente lujurioso.

No te suponía nada el poder ser vistos, es más, era el desafío perfecto. 

Sentir tus manos en mis muslos, llenas de chocolate, levantarme en un suspiro como si mi peso fuese pluma y ahorcajarme de espaldas a ti. Ni trabajo te costó. Acercarte a la ventana para que yo pudiera sujetarme ahí, pudorosa de ser vista, pero ardiente de ser tuya. Una mano apareció por mi vientre, rozando el hilo de mis bragas, bajando mas profundamente. Perdiéndote dentro de mí, dedos traviesos que jugaban con mi placer más íntimo. Lengua escurridiza que saboreaba mi cuello y parte de mi espalda llena de delicioso derretir.

Tu otra mano pretendía erizarme el pecho izquierdo regándolo con el cacao. Que placer juntar ambas delicias. El no saber dónde escondías ese cuenco de chocolate me descomponía por completo. Yo también quería usarlo.

Me percaté del pequeño banco de cocina que tenias cerca, ahí estaba. Desenrosqué mis piernas y me bajé de ti. Girándome al compás que tus ojos me miraban perplejos. No te esperabas ese cambio repentino. Moje mi dedo en el derretido placer y lo dispuse sobre tu boca. Repetí el proceso pero esta vez lo paseé desde tu ombligo hacia el límite de mi cordura. 

Cordura que muy amablemente acomodó mi boca, saboreando el cacao de tu aturdida perplejidad. 

Ante un ritmo tortuoso mi libertad crecía y me soltaba cada vez más, nunca pensé llegar a esto, pero lo cierto era que me gustaba mucho tu cara de placer. Sabías que aguantarías poco más por lo que me levantaste despacio, veía en tu cara de asombro el amor que me recorrías en ese instante. Pero tu plan no era acabar tan pronto, la ventana aun estaba abierta, me sentaste en su borde, me estaba clavando los raíles de ella, pero no me importó en absoluto al ver tu flequillo despeinado deslizarse hacia abajo por mis pechos relamidos de tu lengua juguetona. Pero eso sólo era un mero camino, el destino estaba más abajo.

Y qué destino más delicioso, me sucumbía al mayor placer de los placeres, sin embargo mi cuerpo exhumaba toda su rebeldía. Te necesitaba ya, dentro. Pero tu traviesa sonrisa apegada a mi entrepierna no quería soltarme sólo hasta estar casi apunto. Sólo fue entonces cuando levantaste la mirada, y puede que otras cosas, para penetrarme fuerte y acabar con mi dulce agonía frente a la ventana indiscreta del atractivo vecino del tercero.

15.5.14

Qué mas, qué menos.

Más de sabanas desechas, más besos tuyos por mi piel.
Menos horas extrañandote, menos dias sin tu esencia.
Mas recuerdos a mi antojo, mas antojos de quererte.
Menos tierra de por medio, menos lunas por verte.
Mas guerras en mi cama, mas lunares que contarte.
Menos ganas que placer, menos brisa entre tu piel.

13.3.14

Quizá si eras tú, pero no nuestro momento.

Rabiarte a despeinos,
                          por cosquillas a traición.
Comerte de nuevo,
                         por saborear tus labios.
Besarnos en pequeño,
                            por querernos de más.

6.3.14

Embriaguez de anhelos.

Tan tarde como el tiempo de quererme, tan frágil como un bebé recién nacido.Como los girasoles que adoran al sol, como los pececitos huyen del tiburón.Tan sutil como un te quiero, tan quebradizo por tus besos.Como ingrávida mi vida, como pesado el caramelo de tus ojos.Tan domada por tus manos, tan perdida en tus lunares.Como estallido en sollozos, tan de lágrimas derramadas.

26.1.14

Y por recordarte aprendí a quebrar el hueco de mi risa.
Y por conocerte empeze a soñar que tu mirada se hacía brisa.
De mar, de tierra u horizontes de desiertos. Tus besos.
Reposados en mi espalda, el lienzo de tu vida. Recorramos juntos cada salto.
El tiempo, latente, inexistente, para los ojos de una enamorada. De tus manos, tus palabras.

25.1.14

Por ti, por ser, por lo que fui.


Por la risa en tu mirada, por las ganas de besar.

Por el brillo de tus ojos, por no poderte olvidar.

Por los abrazos rotos, por tus manos a jugar.

Por cuenta de los días, que la vida me enseñó a amar.

Por las cosquillas a tradicion, por los besos que nos quedaron por dar.

Que la luna me sepa a poco, a través de mi pesar.

Por mís caderas en tus manos, para enseñarte a bailar.

Que nos quedaron infinitos que aprender(nos), que me queda mucho que olvidar(te).

6.1.14

Insomnios de quererte.

Cada noche el brillar de tus ojos enamorados me dicen que te has vuelto a encasillar,
en esa sonrisa tan mía cómo tuya por la lucha del que quiere más.

Perdí la cuenta de cada beso por lunar,
no pasa nada, voy a volver a empezar.

Hasta que la luna me sepa a poco,
hasta que el sol deje de brillar.

Son insomnios por quererte,
por jugar al que quiere más.